Alta ecuación: relato de ascenso a la torre central del Paine

by Hernán Rodriguez
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Fotografía de Gabriel Mancilla

Relato de Hernán Rodríguez 

 

Torres del Paine, enero del 2020

 

Salimos el 05 de Natales al parque con un día increíble. La ventana se venía solida, poco y nada de viento, sol a pleno y mucha motivación. Subimos al valle del silencio y nos encontramos con una fiesta. Más de 10 cordadas copando todos los vivac, compartiendo los mates a la espera de subir y escalar la vía que eligieron, la aventura que cada uno quiere escribir para guardarla en la memoria y traerla de vuelta cada cierto tiempo y ojalá sentir esa misma adrenalina, esa exposición que solo puedes sentir a muchos cientos de metros en la verticalidad de una pared. 

 

Elegimos un espacio y comenzamos nuestra propia fiesta. Cocinar lo que venga con música de fondo y el sonido de los mosquetones y fierros mientras los cabros van ordenando el equipo para lo que se venía en unas horas más.

 

Menor cantidad de peso, en un mayor grado de eficiencia, por la cantidad de días, más la seguridad óptima, menos la cantidad de calorías quemadas, por la cantidad de proteína consumida, menos la cantidad de agua al día por escalador, dividido por la deshidratacion, sumado al frío y viento…. Uff alta ecuación. Mejor nos dormimos e intentamos apagar la cabeza un rato

 

… 

 

Difícil misión. Algunos roncan y bufean mientras otros miran las estrellas, impacientes por comenzar una larga jornada de puro goce. 

 

2am:  suenan las alarmas, hay que salir primeros, nadie quiere estar de últimos y expuestos a las piedras que puedan botar las cordada de más arriba. 

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Fotografía de Gabriel Mancilla

Logramos entrar de primeros al Col Bitch. 

 

7.30am: Gabo empieza el primer largo de la ruta, una fisura de dedos vertical, en una pared de Granito naranjo que se levanta 800 metros desde donde estamos y tiene al menos trece millones de años. Bastante edad. Algo habrá visto.

 

Gabo continúa abriendo por otros 7 largos más y cede la cuerda a Javier. Su cuerpo no puede más de la felicidad y tirita de la adrenalina. Esta cómodo, en su elemento. 

Javier empieza con un largo increíble, fisura pequeña que parte una placa colorada. 

 

Al rato, escuchamos el grito: Libre!!! 

Respondemos: libre abajo!! 

 

Nos toca escalar, despertar el cuerpo del frio y moverse lo más rápido posible por las fisuras, ahorrando energía que tenemos un largo día aún.

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Fotografía de Gabriel Mancilla

Javier sigue de primero por otros 7 largos más hasta un gran terrazon donde paramos unos minutos a hidratarse y recuperar. Comemos algo, derretimos nieve y seguimos. 

 

Me toca, cedo la mochila, todos los fierros en el arnés y para arriba. A esa altura ya estábamos en el último tercio de la pared, más expuestos al frío y la escalada se puso gélida. Hielo en las fisuras, nieve acumulada y mucho BERGLASS, una pequeña capa de hielo sobre el granito  difícil de ver y muy resbaloso. Nos tomó más tiempo de lo esperado, y un par de horas más tarde.

 

9pm:  estábamos en la cumbre de la Torre Central del Paine. Sin viento. Últimas luces del atardecer, todas las paredes doradas, un momento perfecto. Un lujo.


Nos abrazamos agradecidos del momento, del lugar y de todo lo que entregó cada uno para estar ahí, la energía, el esfuerzo físico y mental, la buena onda y todo eso que con una mirada se transmite, esa conexión plena de compartir momentos en la pared.


Aún nos tocaba bajar, un par de fotos más y a buscar los Rapeles. Un Rapel largo nos dejó en un sistema de terrazas que pudimos desescalar con la última luz y buscamos un lugar donde dormir. Elegimos entre lo que había, comimos algo y nos echamos a dormir o intentar dormir, en una terraza en desnivel, donde solo cabía medio cuerpo, con 2 sacos y 2 pedazo de colchoneta para repartir y una temperatura aprox de – 5. Podría ser peor.

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Fotografía de Gabriel Mancilla

5am:  calentamos agua y empezaron los mates. Mejor escenario posible. La Torre Sur enfrente, a la derecha cerro Fortaleza y cerró Escudo, más de 1000 metros de pared cada uno. A la izquierda la pared oeste del Almirante Nieto. Amanecer entre gigantes.Desayunamos algo y seguimos bajando buscando Rapeles y destrepando cuando podíamos. 

 

Después de varias horas tocamos suelo en Col de Cóndores, la unión de la Torre Central con Torre Sur. 

 

Bajamos con toda la energía hasta el campamento base, agradecidos de estar vivos, agradecidos de la experiencia, del equipo humano, del confiar y del creer, 

agradecido del momento.


Nos saludamos con todos los escaladores que estaban por ahí bajando de sus pegues y empezamos los mates, la conversa y las risas.


Cada uno había escrito su historia.

 


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